domingo, 18 de octubre de 2009

Ardipithecus ramidus; “Ardi” para los amigos.

Ardipithecus ramidus vivió hace alrededor de 4,4 millones de años, y sus restos fósiles nos muestran, una vez más, lo imprevisible que es la evolución. El resultado del extenso estudio realizado por 47 científicos durante 17 años sobre Ardi, aparece ahora en la prestigiosa revista científica Science en el número de octubre. Entre los autores del estudio se encuentran prestigiosos científicos como Tim White, Berhane Asfaw, Giday Woldegabriel y Gen Suwa

¿Qué importancia tiene este primate homínido de hace 4,4 millones de años para la ciencia? ¿Por qué es tan especial?

Hace entre 6 y 7 millones de años, un ancestro común entre nosotros y los chimpancés, un primate, cuya especie fósil aun no ha sido descubierta, escindió su línea evolutiva en al menos dos especies, que en principio no debieron diferenciarse demasiado. Este fenómeno llamado especiación, que da lugar a individuos distintos a partir de cambios genéticos, se produce por múltiples factores como el aislamiento geográfico de un grupo, la adaptación, las presiones depredatorias y otros muchos factores que definen el tamiz perpetuo de la selección natural. Para resumir, nos quedaremos con que este primate superior dio lugar a caminos diferentes, tales como el nuestro y el de los chimpancés. Tres o cuatro millones de años más tarde, aparece en nuestra línea evolutiva el recién publicado Ardipithecus ramidus. Luego Ardi, con sus 4,4 millones de años de antigüedad, es el homínido conocido más cercano, al desconocido último ancestro común, entre nuestra especie y los chimpancés. Algo así como uno de los primeros descendientes —que está en nuestra línea de evolución— del abuelo, del abuelo, del abuelo, del abuelo… (hasta 7 millones de años atrás), de chimpancés y humanos.

Inesperadamente, Ardi es muy distinto a un chimpancé. Hasta ahora se tenía la sospecha, casi asumida, de que los chimpancés apenas habrían cambiado desde sus inicios como especie, tras la bifurcación que dio lugar su estirpe y a la nuestra. Ardipithecus ramidus demuestra que no fue así, y evidencia que también los chimpancés han sufrido grandes cambios evolutivos hasta su estado actual.

Los primeros hallazgos de Ardi se sucedieron a principios de la década de los noventa (1992), por un equipo dirigido por el paleoantropólogo Tim White de la Universidad de California (Berkeley). White, los desenterró a la luz de la ciencia en el yacimiento Aramis de Etiopía, África. Por aquel entonces aún se desconocía el tipo de locomoción de Ardipithecus ramidus. Sin embargo, tras nuevos fósiles y minuciosos estudios actualmente se concluye que Ardi era una especie bípeda con capacidad para trepar a los árboles, en una especie de locomoción mixta. Se han analizado 110 muestras fósiles, pero el conjunto más importante es el esqueleto de una hembra que debía pesar alrededor de 50 kilos, con una altura en torno a los 120 centímetros. De este esqueleto fósil se ha conservado la mayor parte del cráneo, la pelvis, los pies, las piernas y las manos. Los rasgos de éste homínido lo definen, según el paleoantropólogo Tim White, como una criatura mosaico:

«En Ardipithecus tenemos una forma no especializada que no ha evolucionado mucho en la dirección de Australopithecus. Por lo que cuando vas de la cabeza a los dedos del pie, lo que ves es una criatura mosaico, que no es ni chimpancé, ni es humano. Es Ardipithecus»




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Andrés Ruiz Segarra

"Un tiempo que va más allá de la Historia, que precedió a la humanidad, y que determinó lo que hoy somos y el lugar que ocupamos en este planeta"